¿Sabes cómo regar tus plantas correctamente?
El desconocimiento de las necesidades de una planta a la hora de cuidarla es un mal común. Sin embargo, las condiciones de temperatura y luz de nuestras casas son, en general, parecidas y bastante adecuadas para las plantas.
¿Cuál es el problema entonces?
Estoy segura de que el 90% de los errores que cometemos son por defecto o exceso de riego. Además de ser la variable en la que más podemos influir, en muchos casos es el punto débil de nuestras plantas.
No hay un manual de instrucciones ni fórmulas mágicas. Lo ideal es partir de unas necesidades aproximadas y modificarlas en base a las condiciones de nuestro ambiente.
¿Preparad@? ¡Vamos a ello!
1. Tipos de riego
El riego sobre la planta, el más habitual, mucho mejor uniforme y sobre la tierra. Evita regar sobre las hojas (y menos aún sobre las flores). Aunque existen excepciones como la Aechmea o el cocotero, por regla general el agua debe bajar hasta las raíces a través de la tierra.
Además del método tradicional, también puedes regar por inmersión. Consiste en introducir las plantas en una pila con agua (con 2 o 3 dedos de agua puede ser suficiente). Déjalas un par de horas y cuando veas que el agua deja de bajar, puedes escurrirlas y retirarlas. A través de los agujeros inferiores de la maceta, las plantas absorben por capilaridad el agua que necesitan. Éste método es uno de mis favoritos (para las plantas que lo admiten) ya que ellas cogen el agua que necesitan sin riesgo de encharcamientos.
Siempre que tengas dudas, mejor echar menos agua. Es mucho más fácil regar un poco más pasadas unas horas que arreglar un encharcamiento.
2. El agua que usas, importa.

Aunque no lo creas, el agua que usas para regar tus plantas influye mucho en su salud. Afectan especialmente el exceso de cloro o sal. Puedes usar agua de lluvia o embotellada, pero complicaría mucho el riego. Para los #bufff #peroesoesunrolloyyonotengotiempo tengo una solución fácil y gratis, ¡apunta este truco!
Intenta comprar una regadera que tenga un orificio de entrada bastante amplio (yo tengo ésta, ¡muy fácil de encontrar!). Cuando termines de regar tus plantas, rellena de nuevo la regadera y déjala en su sitio. De esa forma conseguirás dos objetivos fundamentales. En primer lugar, al dejarla en reposo durante más de 24 h, el cloro y otras sustancias nocivas se evaporan en gran medida, mejorando su calidad. Además, la temperatura del agua se regulará hasta igualar la del ambiente, lo cual es perfecto para ellas: el agua fría no les beneficia.
¿Fácil, verdad? Así puedes olvidarte de si llueve o no o gastarte un dineral comprando agua de botella.
¡Truco!
Si además dejas la regadera bajo alguna planta que necesite ambientes húmedos ¡Miel sobre hojuelas!. Especialmente en épocas de mucho calor conseguirás aumentar la humedad sin esfuerzo.
3. ¿El “flu-flu” es necesario? Sí ¡pero con cuidado!
Muchas plantas necesitan humedad en el ambiente, especialmente en climas secos o en invierno con calefacción. Es común escuchar que debemos rociar agua sobre el tronco o el espacio cercano (yo uso el pulverizador TOMAT de Ikea). Es un método válido, pero algunas de ellas sufren cuando mojas sus hojas con agua, ya que obstruyes sus poros. Además, es muy esclavo ya que debes acordarte de hacerlo todos los días. No te preocupes, hay otras formas de conseguirlo:
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- Coloca varias plantas juntas. Entre ellas, mejoran la calidad del ambiente y crean un “microclima” que las hace mucho más fuertes. Además, si alguna de ellas se puede rociar, puedes hacerlo sabiendo que con ese simple gesto aumentarás la humedad del ambiente sin tocar aquellas que sufren con el agua.
- Sitúa pequeños platos o tacitas con agua bajo las plantas. Con el calor y la sequedad del ambiente, el agua se evaporará gradualmente. Aunque no seas capaz de notarlo ¡la planta lo agradecerá seguro!
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- También puedes poner pequeñas piedras o guijarros sobre la tierra (asegúrate de no “ahogar” las raíces). Ayudarán a conservar la humedad de la tierra.
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- Por último, puedes colocar la maceta sobre un plato con agua y pequeñas piedras o guijarros. Esta opción es realmente útil especialmente cuando hace calor, pero con una única condición: la maceta no puede ser de barro ni de ningún otro material que absorba el agua. Ésta acabaría filtrándose hasta la tierra y las raíces podrían pudrirse.
4. He regado demasiado ¿qué hago?
Si sospechas que tu planta puede estar encharcada, puedes probar cualquiera de estas medidas de emergencia:
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- Con cuidado, pon la maceta de lado sobre la pila o el lavabo. Si has echado mucha agua, empezará a gotear hasta eliminar gran parte de lo que sobra.
- Además, puedes poner papel de cocina sobre la superficie de la tierra para que absorba el exceso de agua. Debes repetir la operación cada vez que el papel quede empapado.
- Si crees que las raíces de tu planta siguen “nadando”, quizás debas plantearte pasarla a otra maceta con tierra nueva. El exceso de agua en las raíces se regulará con la sequedad de la nueva ubicación.
5. Menos es más
No me canso de repetirlo: ante la duda, espera un día más.
Como hemos visto en anteriores posts, la costumbre es matar a nuestras plantas por exceso de riego. Una vez sus raíces se pudren, es imposible volver a recuperarlas. Por eso te aconsejo que si tienes dudas, esperes un poco más antes de regar. Matar a una planta por defecto de agua es posible, pero es un proceso lento y en el que probablemente la planta sea capaz de avisarnos de lo que necesita. Además, si no es demasiado tarde, la recuperaremos sin problemas. Mejor menos agua y mucha paciencia que ahogarlas. ¡Ese proceso es irreversible!
Te animo a que pongas en práctica todos estos consejos y veas el resultado.
Seguiremos en el siguiente post. ¡Espero que os haya servido de ayuda!
La semana que viene veremos la segunda parte, dedicada a aprender a entender cuándo debemos regar y qué nos está indicando nuestra planta. Si quieres que te lo envíe, ¡Suscríbete a la newsletter aquí!